3 de noviembre de 2013

**Adicción a los Móviles: Nomofobia**


La nomofobia es el miedo irracional a salir de casa sin el teléfono móvil. Este término, tuvo su origen en 2011, a propósito de un estudio realizado en Reino Unido que pretendía plasmar la ansiedad que sentían algunos de los usuarios de teléfonos móviles por salir de casa sin su dispositivo móvil y temer que se les agotara la batería o a quedarse sin cobertura o saldo, entre otras.  Los resultados mostraron que alrededor del 58% de los hombres y del 48% de las mujeres sufría esta fobia, un 9% adicional se sentía estresado cuando tenía el móvil apagado y más de la mitad de los participantes (55%) describió que el hecho de sentirse aislado le causaba ansiedad. 

Los más vulnerables, según Marc Masip, psicólogo especializado en adicciones y conductas de riesgo, son "los adolescentes, sobre todo de los 12 a los 17 años. No obstante, la población adulta no queda al margen de esta adicción.  

Si atendemos al pérfil psicólogico de quienes padecen este tipo de problema, nos encontramos con personas introvertidas, con baja autoestima y con carencia de habilidades sociales y de resolución de conflictos, que no encuentran otra forma alternativa de disfrutar de su tiempo libre.

La nomofobia se manifiesta en síntomas como ansiedad, malestar general, enfado o inquietud, negación, ocultación o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución de la autoestima.
Las víctimas de este trastorno son tratadas por los terapeutas como lo harían con un alcohólico, un drogadicto o un fumador compulsivo. Se calcula que los adolescentes que abusan de las redes sociales son cinco veces más propensos a fumar y tres veces más proclives al alcoholismo o al uso de drogas.

 Marc Masip lanza cuatro recomendaciones para evitar que los jóvenes conviertan el uso del móvil en abuso:
  1. Es importante que no dispongan de acceso a Internet desde su habitación.
  2. Hay que hacerles conscientes del valor y coste de su móvil.
  3. Deben dormir siempre con el teléfono apagado.
  4. No permitir su uso en comidas, cenas u otras situaciones en que utilizarlo es síntoma claro de mala educación. 

Sin olvidar que en la prevención de esta fobia, los padres tienen el papel fundamental, comenzando con dar buen ejemplo.

REFLEXIONA:



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