Cuando tenemos la sensación de que nuestra conducta no ha sido o es la apropiada
podemos experimentar un sentimiento amargo y destructivo: CULPA.
Tanto si se basa en hechos reales o imaginarios, la emoción experimentada al evocar
el acontecimiento en sí, puede llegar a ser igual de desagradable en ambos casos.
Cuando aparece, si no se sabe manejar correctamente, puede conducirnos al bloqueo y
al encierro en nosotros mismos.
En ocasiones ciertas señales físicas como presión en el pecho, dolor de estómago, de cabeza, de espalda, nos avisan de que estamos haciendo una mala administración de este sentimiento,
también pueden haber señales emocionales (nerviosismo, desasosiego, agresividad, irascibilidad)
y señales mentales (pensamientos de autoacusaciones y autorreproches), tanto unas como otras disparan la alerta de que algo dentro de nosotros no está gestionándose como debiera.
¿Qué podemos hacer para liberarnos de ese sentimiento?
-Acepta que eres humano.-
En numerosas ocasiones nos guiamos por un sistema de pensamiento polarizado, rígido, negativo, sobredimensionado o perfeccionista, pasando por alto que los humanos cometemos errores continuamente.También actuamos en ocasiones impulsiva o egoístamente, sin medir las consecuencias que eso puede acarrear.
Absolutamente todos cometemos errores; violamos normas y preceptos; y a veces no nos comportamos de manera íntegra y correcta.
Nadie es omnipotente y nuestra capacidad para influir en los acontecimientos es en realidad insignificante.
Por tanto abandona el pensamiento polarizado y asume una postura más flexible.
Percibe que la vida no es en blanco y negro sino llena de matices.
-Desarrolla un diálogo interior sincero intentando hallar las causas de ese sentimiento de culpa.-
En muchas ocasiones la clave para eliminar la culpa radica en saber repartir las responsabilidades
asumiendo aquella cuota que nos corresponde, pero no más allá. Y si cometimos un error,
lo más adecuado es pensar en cómo podemos subsanar el daño.
La culpa nunca es la solución porque nos encierra en la trampa del inmovilismo y el sufrimiento.
Concédete una oportunidad y dale perspectiva a tus deslices.
-Sé capaz de perdonarte.-
El perdón libera al “culpable” y a quien ha sido dañado. En ocasiones lleva su tiempo.
Se precisa de paciencia y de compasión para concederlo; virtudes que no se conquistan en un día.
Pero la capacidad de perdonar hará nuestra vida más sencilla. Primero, aprendiendo a perdonarnos nosotros, y después, claro, perdonando los fallos de otras personas.Cuando logras perdonarte,
puedes levantar la cabeza y continuar caminando.
podemos experimentar un sentimiento amargo y destructivo: CULPA.
Tanto si se basa en hechos reales o imaginarios, la emoción experimentada al evocar
el acontecimiento en sí, puede llegar a ser igual de desagradable en ambos casos.
Cuando aparece, si no se sabe manejar correctamente, puede conducirnos al bloqueo y
al encierro en nosotros mismos.
En ocasiones ciertas señales físicas como presión en el pecho, dolor de estómago, de cabeza, de espalda, nos avisan de que estamos haciendo una mala administración de este sentimiento,
también pueden haber señales emocionales (nerviosismo, desasosiego, agresividad, irascibilidad)
y señales mentales (pensamientos de autoacusaciones y autorreproches), tanto unas como otras disparan la alerta de que algo dentro de nosotros no está gestionándose como debiera.
¿Qué podemos hacer para liberarnos de ese sentimiento?
-Acepta que eres humano.-
En numerosas ocasiones nos guiamos por un sistema de pensamiento polarizado, rígido, negativo, sobredimensionado o perfeccionista, pasando por alto que los humanos cometemos errores continuamente.También actuamos en ocasiones impulsiva o egoístamente, sin medir las consecuencias que eso puede acarrear.
Absolutamente todos cometemos errores; violamos normas y preceptos; y a veces no nos comportamos de manera íntegra y correcta.
Nadie es omnipotente y nuestra capacidad para influir en los acontecimientos es en realidad insignificante.
Por tanto abandona el pensamiento polarizado y asume una postura más flexible.
Percibe que la vida no es en blanco y negro sino llena de matices.
-Desarrolla un diálogo interior sincero intentando hallar las causas de ese sentimiento de culpa.-
En muchas ocasiones la clave para eliminar la culpa radica en saber repartir las responsabilidades
asumiendo aquella cuota que nos corresponde, pero no más allá. Y si cometimos un error,
lo más adecuado es pensar en cómo podemos subsanar el daño.
La culpa nunca es la solución porque nos encierra en la trampa del inmovilismo y el sufrimiento.
Concédete una oportunidad y dale perspectiva a tus deslices.
-Sé capaz de perdonarte.-
El perdón libera al “culpable” y a quien ha sido dañado. En ocasiones lleva su tiempo.
Se precisa de paciencia y de compasión para concederlo; virtudes que no se conquistan en un día.
Pero la capacidad de perdonar hará nuestra vida más sencilla. Primero, aprendiendo a perdonarnos nosotros, y después, claro, perdonando los fallos de otras personas.Cuando logras perdonarte,
puedes levantar la cabeza y continuar caminando.
La vida no te guarda rencor. Perdónate a
ti mismo. Cierra los ojos e imagina todo lo bueno que te pueda suceder.
Lo más importante para ti ahora.
La recompensa está garantizada si eres constante. Merece la pena intentarlo.