3 de marzo de 2012

**Compasión Inteligente**

 

Este relato fue contado por su notable protagonista
en un reportaje radial hace más de 20 años: ese
hombre había hecho una huerta en su casa de campo,
a orillas de un camino escasamente transitado.

Pero no estamos hablando de un hortelano más:
era médico rural. Tampoco era un médico rural más:
se llamaba René Favaloro; sí, el mismo que con
el paso de los años revolucionaría la cirugía
cardiovascular creando la técnica del bay pass;
aquél hombre íntegro y humilde que gestaría una
Fundación para ayudar a millones de personas,
-aún a costa de su propia vida-. Volvamos al relato...

El Dr. Favaloro contaba que, como nieto de hortelano,
había sabido hacer rendir la tierra: verduras, hortalizas,
y también deliciosas frutas asomaban entre la fronda,
pues su abuelo le había enseñado el secreto de los
injertos entre distintas plantas (¡conocimientos
que luego salvarían corazones!).

Mas la huerta tenía
un problema: la parte que daba hacia el camino siempre
terminaba depredada; quienes pasaban por allí,
sigilosamente rapiñaban cuanto podían.
Don René
contaba que se planteó este problema: ¿debía dejar
perros sueltos para que no robaran? ¿Poner un cerco
más alto? ¿O quizás alambre de púa para impedir
el acceso? Buscó dentro de sí la decisión justa.

Y entonces, su sentido común se unió a su compasión,
recordándole algo esencial: quienes transitaban po
r ese camino, sin excepción, era gente pobre
. Entonces halló la solución: simplemente dividió el
huerto en dos, con un alambre tejido, dejando una
parte de todo lo cosechable hacia lado de su casa,
y otra generosa porción del lado del camino. Pero allí,
en ese nuevo límite interno, colocó junto al alamabrado
un cartel que decía: "POR FAVOR: ROBAR SOLAMENTE
HASTA AQUÍ".

Don René terminó la historia con esta
frase: "Nunca nadie se excedió de ese límite."
Esta
historia nos regala algo valioso: no sólo un ejemplo
el ejercicio inteligente de la COMPASIÓN, sin quedarse
atrapado en la avaricia de "lo MÍO". Nos recuerda
también la importancia de PONER LÍMITES DIGNOS,
respondiendo a un imperativo moral: CUIDAR DE SÍ.
Tenerse en cuenta a sí mismo en un sentido
no-egoísta es tan vital como tener en cuenta al otro.

De lo contrario, es muy fácil que propiciemos
situaciones de ABUSO, con lo cual, sin advertirlo, nos
volvemos SOCIOS DEL ABUSADOR. SER PARA EL OTRO
ES NECESARIO. Pero SER PARA SÍ ES INDISPENSABLE,
pues sólo siendo para sí se puede CONSERVAR LA
INTEGRIDAD que nos permita tener qué darle a
quienes lo merezcan.


"Es imposible realizar la práctica genunina de la compasión hacia otros

sin el fundamento de la compasión hacia sí mismo, del cuidado hacia sí.

Si tratamos de actuar compasivamente

a partir de un sentimiento de menosprecio hacia nosotros,

la verdadera fuente de nuestras acciones será

la aversión hacia nosotros mismos, y NO la compasión hacia los demás.

La compasión hacia sí mismo fincada en el sano amor de sí

nos motiva a ayudar con sinceridad. Es un error creer que resulta

más refinado o 'espiritual' tratarse con dureza o sentirse indigno.

Puedes decir: 'Preocuparme por mí es egoísmo. Mis necesidades

no son importantes: que estar siempre a disposición de los otros.'

Esas palabras suenan bien, pero tal vez estés engañándote.

Aunque te parezca extraño, el mismo Buda dijo:

'Al investigar el mundo entero con mi mente,

no encontré a nadie más querido que a mí mismo.

Y por ser así, aquél que se ama a sí mismo nunca dañará a otro.'




Autores: Virginia Gawel & Eduardo Sosa, Directores
del Centro Transpersonal de Buenos Aires.

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