29 de febrero de 2012

**Viviendo sin máscaras**

 

 ¿En qué circunstancias somos nosotros mismos y dejamos ver nuestro verdadero rostro? ¿Cuándo usamos una máscara?

Mostrarnos tal cual somos puede traernos complicaciones: nuestro rostro -nuestra manera de ser- puede molestar y es allí donde empezamos a taparnos la cara, a construir una máscara para lograr la aceptación de los demás.

En ocasiones sentimos que no tiene sentido ser como somos y creemos poder elegir ser otro. Nos ocultamos tras una máscara para ser aceptados y creemos ser más fuertes. Pero tarde o temprano la máscara terminará sometiéndonos, haciéndonos perder nuestra identidad, causándonos insatisfacción; con el paso del tiempo se irá haciendo más pesada, nos irá borrando la identidad, nos hará olvidar a la persona que está debajo.

Hay muchas maneras de construir una máscara: la ausencia de ideas propias o la pasiva adhesión a las ideas de los demás, la falsedad, la simulación, la hipocresía...

Cuesta bastante revelarnos tal cual somos y, mucho más, disentir con la mayoría. Ya hay ciertos caminos a seguir trazados por una sociedad que no deja de marcarnos lo in y lo out, sin darnos lugar a crear lo propio. Tratar de mantenernos en nuestra forma de ser o de pensar sin ser forzados, guiándonos por nuestra propia voz, es nuestro desafío constante.

¿Quién no oyó o dijo alguna vez, “Quiero ser como...”?  Esta frase, en realidad quiere decir: “Quiero imitar un rasgo o un aspecto de una persona”, ya que es imposible “ser como” alguien, porque somos seres humanos, únicos e irrepetibles. Si, por supuesto, es posible tomar tal o cual cualidad de otras personas y aprender de ellas para crecer.

Pero hay que tener cuidado: cuando me cierro tanto en ser yo mismo, y deja de importarme el otro, termino siendo presa de la soberbia. Exagerar nuestra personalidad o querer sobresalir, también es ponernos una máscara. Frases como “Yo soy así y punto”, “no voy a cambiar”, indican que me estoy cerrando a los otros, a los que pueden ayudarme a crecer, a través de sus consejos o sus críticas constructivas.
El autor Ignacio Larrañaga nos dice que, “el ser humano es una criatura que se balancea entre dos abismos: la necesidad de ser él mismo y la necesidad de ser para el otro. Esencialmente mismidad y esencialmente relación”. Este autor nos invita a ser nosotros mismos en un sano equilibrio, sin soberbia y sin olvidar a los demás.

En cuanto al amor y las máscaras, no hay nada peor que un amor enmascarado. Tanto se habla, se habló y se hablará del amor pero, en definitiva, amar verdaderamente es dejar caer nuestra máscara para mostrarnos tal cual somos, ante un otro, desnudando lo bueno y lo malo que hay en nuestra alma.

Navegando por las aguas virtuales de la Red, encontré un pequeño tesoro escrito cuyo autor es el  psicólogo Gilbert Brenson:

“Cada vez que me pongo una máscara para tapar mi realidad, fingiendo ser lo que no soy, lo hago para atraer a la gente; luego descubro que sólo atraigo a otros enmascarados, alejando a los demás debido a un estorbo: la máscara.

 Uso una máscara para evitar que la gente vea mis debilidades; luego descubro que, al no ver mi humanidad, los demás no me quieren por lo que soy sino por la máscara.

 Uso una máscara para preservar mis amistades; luego descubro que si pierdo un amigo por haber sido auténtico, realmente no era amigo mío, sino de la máscara.

 Me pongo una máscara para evitar ofender a alguien y ser diplomático; luego descubro que aquello que más ofende a las personas con quien quiero intimar, es la máscara.

Me pongo una máscara convencido de que es lo mejor que puedo hacer para ser amado; luego descubro la triste paradoja: lo que más deseo lograr con mis máscaras, es precisamente lo que impido con ellas”.

Tapar mi realidad, fingir algo que no soy, atraer a la gente, evitar mostrar mis debilidades, forzar a que me quieran, preservar a los que me rodean, evitar ofender..., nos dice este autor.

Somos como somos y no podemos pretender ser otros. Las máscaras, esos rostros construidos y artificiales, no sirven, porque tarde o temprano caerán.

Saquémonos las caretas y vivamos el desafío de ser aceptados por lo que realmente somos.

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